lunes, 24 de noviembre de 2014

La verdad no tiene un lugar fijo

haideé iglesias

La verdad es un hecho, y un hecho sólo puede comprenderse cuando eliminamos las muchas cosas que hemos colocado entre la mente y el hecho. El hecho es su relación con la propiedad, con su esposa, con los seres humanos, con la naturaleza, con las ideas, y, mientras no comprenda el hecho de la relación, su búsqueda de Dios sólo incrementará la confusión, porque  es un sustituto, un escape, y por tanto, no tiene ningún valor. Mientras domine a su esposa o ella le domine a usted, mientras posea o le posean, no puede conocer el amor, mientras reprima, sustituya, sea ambicioso, no puede conocer la verdad. 
Tan sólo conocerá la verdad aquel que no busca, que no lucha, que no trata de lograr un resultado […] La verdad no tiene continuidad, no tiene un lugar fijo; sólo puede verla de instante en instante. La verdad siempre es nueva, y por tanto, es eterna. Lo que ayer era la verdad, hoy no es la verdad; lo que hoy es la verdad, mañana no será la verdad. La verdad no tiene continuidad. La mente es la que desea que esa experiencia a la que llama verdad continúe, pero esa mente no conocerá la verdad. La verdad siempre es nueva; es ver la misma sonrisa como si fuera la primera vez, es ver la misma persona como si fuera la primera vez, es ver el movimiento de las palmeras como por primera vez, es vivir como por primera vez.

Krishnamurti

*** *** ***

Y esto tampoco es la verdad. Ya será memoria, una vez lo leas, si no vives de instante en instante... 
El árbol no recuerda la sombra sobre el tronco... y ahí está todos los días... nueva, siempre nueva... 

sábado, 22 de noviembre de 2014

El secreto hermético

haideé iglesias


Hay quienes se retiran al desierto de las montañas, lejos de sus semejantes, para buscar la Vía. Otros eligen senderos más abruptos todavía, pero, al parecer, más directos, por lo que prosiguen su búsqueda espiritual, sin renegar de su vida de ser humanos. Así es dicen como se ejercitaban los antiguos sabios. 


Una pareja de taoístas realizaba sus investigaciones alquímicas bajo el mismo techo. El hombre había iniciado a su mujer en el arte de la transmutación, le había prestado sus libros y sus utensilios. Pero el laboratorio, que habían instalado en una pequeña pieza de la casa, era exiguo. Por tanto, debían  trabajar por turnos. Esto no estaba tan mal, ya que, según los expertos, las transformación del mercurio en oro o la puesta a punto de la píldora de la inmortalidad depende no sólo de la destreza manual del adepto, sino también de su actitud interior. 
La pareja intercambiaba a veces descubrimientos, pero no podía compartir lo inefable. Y de sus conversaciones se desprendía que la mujer parecía haber superado a su maestro y marido. Él sintió envidia, incluso sospecho que ella le ocultaba algunos de sus descubrimientos. Empezó a espiarla. 
Una tarde escondido en el bosquecillo de bambú percibió el fulgor dorado en las manos de su mujer. Se precipitó en el taller gritando: 
–¡Has encontrado la fórmula y te la guardas para tí! ¡Qué ingratitud! 
La mujer le contestó con voz dulce pero firme:
–Ya te he dicho todo cuanto podía decirte. La fórmula no basta. El Gran arte consiste en dejar que el Vacío obre en ti. Si tu corazón no es puro, el Tao no puede obrar.

Un secreto se conserva mejor cuanto menos penetra en el oído que lo escucha. 

Devorado por la envidia, el taoísta decido averiguar el secreto de su mujer a toda costa. Recurrió a la dulzura, a las amenazas, a los regalos, a los golpes. Nada consiguió. Desconcertado el alquimista ya no sabía qué hacer. Le pidió consejo a un amigo que se había enriquecido considerablemente por medios poco escrupulosos. Éste le sugirió que diera a beber un veneno a su esposa y que le entregara el antídoto sólo a cambio de su secreto.
El marido puso en práctica el consejo del amigo. Tras darle a beber a su mujer un té envenenado, le hizo su odioso chantaje. Ella se echó a reír y declaró:
–¡Mi pobre amigo, has errado el golpe! Debes saber que nada temo, pues acabo de poner a punto unas píldoras de inmortalidad. Guardaba una para tí, a la espera de que transmutaras en el crisol de tu corazón el plomo de tu envidia en sentimientos más nobles. ¡Pero has caído muy bajo! ¡No sería bueno que llegaras a ser inmortal en ese estado! ¡Nada tengo ya que hacer con un brujo de tu calaña!
Abrió una caja y se tragó una píldora de cinabrio. Él se abalanzó sobre ella, deseoso de arrebatarle la caja, pero ella saltó por la ventana y montó a horcajadas del viento.
Él corrió tras ella, la persiguió por las calles mientras ella sobrevolaba tejados. Gritaba, gesticulaba, pataleaba. Ella había desaparecido tras los biombos escarlatas que formaban las nubes incendiadas por el sol poniente, pero el continuaba vociferando. Unos curiosos intentaron calmarle. La tomó con ellos como un perro rabioso. No consiguieron que entrara en razón. Lo encerraron en un manicomio. 

*** *** ***

Escuchar al corazón. Soltar las creencias e ideas acerca de uno mismo. Encontrar que la envidia no es sino admiración no reconocida. Así el corazón resplandecerá y se expandirá hacia lo que nada ni nadie puede destruir. 

Amar Siempre Gana -.-

jueves, 20 de noviembre de 2014

Deslizante


haideé iglesias

Deslizante visión,
en la noche se disuelve
la dulce danza. 

Desde el movimiento imparable
se dibuja la dulce expansión del imán vertiginoso,
vertiginoso y libre, 
que el agua nos entrega
sin nada que apresar.
Libertad en libertad de libertad.

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